El sueño de un movimiento dirigido por las y los jóvenes de la calle empezó a desarrollarse a partir de una investigación realizada en los meses de abril y mayo del ’93. Gèrard Lutte, profesor de psicología de la infancia y adolescencia, en la primera Universidad de Roma “La Sapienza”, recogió las biografías de cincuenta y siete muchachas y muchachos de la calle, compartiendo tiempos de su vida en la calle y en casas-hogares, constatando que muchas muchachas y muchachos no lograban quedarse por mucho tiempo en las instituciones, que no soportaban ser sometidos a las reglas de los adultos, a no decidir su propia vida, a ser separados de su compañera o compañero o de sus hijos.
Un sueño alternativo empezó a formarse en relaciones de amistad con las muchachas y los muchachos de la calle, escuchando sus necesidades, tratando de apoyarlos en sus esfuerzos por realizar sus sueños con becas de estudio, apoyándolos para alquilar un cuarto o empezar a trabajar.
Hoy todas las muchachas que fueron apoyadas en estos años viven fuera de la calle después de un recorrido difícil y tortuoso. Las muchachas de la calle han sufrido en la infancia abandonos, violencias, violaciones, están heridas en el cuerpo y en el alma. No es fácil para ellas reivindicar sus derechos de personas humanas. Juntos, hemos entendido que dejadas solas a sí mismas, era demasiado difícil cambiar de vida, que era necesario organizar encuentros con ellas, formar un grupo de auto-ayuda. Así nació el grupo de las Quetzalitas.
Este grupo respondía a las exigencias de un número muy restringido de muchachas, las que querían salir de la calle. ¿Qué hacer con todas las otras y con los muchachos que vivían en la calle y que encontrábamos todos los días? Con las muchachas, menos numerosas que sus compañeros, se organizaba actividades todos los domingos, día de descanso de las instituciones. Hablando con las muchachas y los muchachos, fuimos entendiendo poco a poco que era necesario crear en la calle, una organización auto-promovida que fuese capaz de defender sus derechos, mejorar su calidad de vida y también apoyar a aquellas y aquellos que querían volver a la sociedad. En una asamblea realizada en 1996 en Amatitlán, con unas ochenta muchachas y muchachos de varios grupos de la calle, la propuesta de formar una asociación auto-promovida fue aprobada por unanimidad. Fue también discutido el tipo de organización articulada en asambleas de grupos, asambleas generales y coordinación formados por delegados de cada grupo. Se trazó también un programa para responder a las exigencias vitales de la población de la calle.
Este sueño pudo realizarse porque fue compartido por muchas amigas y amigos que formaron una Red de Amistad con las Muchachas y Muchachos de la Calle (Rete di Amicizia con le Ragazze e Ragazzi di Strada en Italia). Su aporte generoso nos permitió un acuerdo con la ONG “Terra Nuova” que obtuvo de la Unión Europea una subvención que nos permitió comprar una casa en el centro de la capital y cubrir los gastos de cinco años del movimiento. Amigas y amigos de Guatemala, de Bélgica, de Holanda y de los Estados Unidos, nos apoyaron también para realizar este proyecto.
Después de años de esfuerzos, de logros y derrotas, de esperanzas y desalientos, llegamos, en agosto del 2002, a la fase de la gestión común en la cual todas las decisiones eran tomadas no sólo por los adultos, sino también junto a los jóvenes, en asambleas generales, de programas y de grupos de la calle. La asamblea eligió una coordinación de siete muchachas y muchachos encargados de ejecutar junto a los educadores las decisiones de la asamblea y de guiar la actuación de la programación decidida por todos.
El 8 de abril del 2006, la Asamblea General de las y de los jóvenes del Mojoca decidió realizar una completa autogestión. Del 2006 al 2010 fueron realizados notables progresos y ahora el Comité de Gestión ha tomado responsabilidades de todos los programas y de la misma administración.
De 1993 hasta hoy el Mojoca hizo un largo camino. A pesar de las dificultades, centenares de muchachas y muchachos se integraron a la sociedad. Lamentablemente, demasiados perdieron la vida víctimas del Sida, de la droga, de los escuadrones de la muerte y de la indiferencia de muchas personas e instituciones. Hay también jóvenes que no quieren salir de la calle y aprovechar las oportunidades que el Mojoca les ofrece. Se vuelven indigentes y alcohólicos y se forman generaciones en la calle. Otros pueden volverse delincuentes habituales que viven de robos y agresiones y son a menudo encarcelados o asesinados.
Hoy el Mojoca tiene una buena organización que mejora de año en año en función de las dificultades que se encuentran. Tenemos ya una larga experiencia y hemos adquirido capacidades de buena administración. Hoy sabemos elaborar proyectos complejos y presupuestos, informes narrativos y financieros. Partiendo de la praxis, de encuestas e investigaciones, estamos elaborando un método educativo centrado en la atención individual a las personas y en la amistad liberadora.
En septiembre de 2012 una Asamblea General de las y los jóvenes del Mojoca aceptó la propuesta de reorientar nuestras actividades hacia las actividades productivas y el trabajo para responder a las dificultades que ellas y ellos encuentran para obtener una fuente estable de ingresos que les permita subsistir e insertarse con éxito en la sociedad. Esta también fue una respuesta a las dificultades financieras que la crisis de la economía mundial plantea a nuestro movimiento. Por tanto, se retomó la creación de microempresas y se hicieron transformaciones en los programas de la Escuela de la Amistad, la Casa Ocho de Marzo y otros para priorizar los proyectos productivos y la búsqueda de trabajo.
Ahora, 25 años después, el Mojoca es conocido y apreciado por numerosas personas y asociaciones en Guatemala y varios países del mundo que nos apoyan no sólo con subvenciones, sino también con asesoría administrativa y educativa, con intercambios y con voluntarias y voluntarios que trabajan con nosotros por seis o doce meses. Con ellos desarrollamos relaciones de amistad y estamos unidos en la voluntad de trabajar por un mundo más justo.